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domingo, 29 de enero de 2017

La influencia de la tecnología en la Sociedad 4.0



“Los que no puedan mantener el ritmo de la revolución tecnológica se encontrarán con que ellos mismos se han quedado obsoletos”, aseguró la escritora, novelista, ensayista y fotógrafa estadounidense, autora de un buen número de libros, Katherine Neville, que pareció vaticinar con atino inusitado la sociedad que vivimos en pleno año 2017.

La Sociedad 4.0 ha entrado en nuestras vidas como una cuarta revolución industrial inteligente en la que el objetivo que se persigue es que un número de fábricas, que pueden ser calificadas como ‘inteligentes’, alcancen una mayor adaptabilidad a las necesidades y procesos de producción para llevar a cabo una asignación más eficiente de los recursos.

Además, en la actualidad, estamos también afrontando un proceso de cambio en lo que a la información se refiere y en el que la tecnología, que no conseguimos controlar aún en la actualidad por su infinitud y constantes cambios, tiene un papel indispensable. Los cambios que se producen en la sociedad provocan que tengamos que actualizarnos constantemente hablando de las nuevas tecnologías si queremos competir en un mercado laboral como el que tenemos hoy en día.

Un cambio en nuestra forma de vida



“Las nuevas tecnologías han cambiado nuestra forma de vida y de relacionarnos. Lo que antes tardábamos días e incluso meses en comunicar, ahora lo podemos hacer en cuestión de segundos y eso supone cambios a nivel social”, asegura Marina Sánchez-Sierra, responsable de Nuevas Tecnologías en la Asociación de Sociología de Castilla y León.

Y es que estas nuevas tecnologías están optimando, agilizando y perfeccionando algunas actividades de las que realizamos en nuestro día a día y en la que la comunicación está adquiriendo una relevancia supina “al poder pasar el día en una ciudad de un país extranjero” para posteriormente “dormir en nuestra cama por la noche” llegando a “comunicarnos con gente de lugares que no conocemos” y “accediendo a todo tipo de información en un suspiro” como afirma Sánchez-Sierra.

Esto adquiere una relevancia especial en el ámbito empresarial ya que en un sistema capitalista movido por la competencia, las empresas se adaptan a los tiempos que corren en la carrera por la supervivencia y la maximización de beneficios y como afirma la integrante de la Asociación de Sociología de Castilla y León “en la sociedad red, o estás dentro o no estás”.

Por eso es muy importante reducir al mínimo los costes utilizando la venta a través de Internet, potenciada claro está, por las redes sociales y aprovechar así el poder de los elementos tecnológicos en provecho de cada empresa para continuar luchando en una competición feroz en estos tiempos en los que nos encontramos.

Las nuevas tecnologías convierten al alumno en ‘fuente de conocimiento’ en el ámbito educativo


Desviando la mirada del campo empresarial al educativo, el director de Área de Formación del Profesorado e Innovación Docente de la Universidad de Valladolid, Alfredo Corell, es tajante a la hora de afirmar que “las nuevas tecnologías son una herramienta muy poderosa y seríamos estúpidos si no las usásemos”.

El alumno, gracias a estos avances, tiene en la actualidad un papel más relevante en el proceso de aprendizaje. Antes era un mero oyente que acudía a la clase para que el profesor le contara su lección magistral, con el fin de tomar apuntes y poco más. Ahora es “fuente de conocimiento” que ayuda al profesor a construir la materia.


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domingo, 22 de enero de 2017

La muerte del último jinete de la luna

Con la muerte de Eugene “Gene” Cernan, vemos el fin de una época distante. Cernan es uno de los últimos jinetes espaciales y, cuando ya no tengamos entre nosotros a “Buzz” Aldrin, podremos hablar de una generación de exploradores únicos que se extinguió frente a nuestros ojos: nadie ha vuelto a pisar la luna 45 años después de que lo hizo Cernan en diciembre de 1972.

¿Pero por qué dejamos de soñar con explorar los fríos horizontes de nuestro satélite? ¿Por qué todos los viajes a la luna ocurrieron en sólo tres años? ¿Por qué, desde entonces, el gobierno estadounidense ha dejado de invertir en misiones tripuladas? ¿Por qué los niños ya no sueñan con convertirse en astronautas, con cohetes, con colonizar mundos imposibles?

Cuando, en 2015, la sonda New Horizon envió las primeras fotos de Plutón, se podían leer ciertos comentarios en redes sociales: muchos preguntaban por qué la resolución era tan mala o por qué no podíamos tener, inmediatamente, una mejor foto. Y ninguno de estos comentarios mostraba la inmensa sorpresa de estar recibiendo una imagen que viajó más de cincuenta millones de kilómetros de distancia para llegar hasta nuestros ojos.

Ésta es una actitud completamente opuesta a la que la humanidad tenía cuando millones de familias observaban expectantes, desde sus casas, el vuelo del Apolo 11 y su descenso hacia la Luna. Porque hay algo que se diluyó desde ese mítico día de 1969 cuando Armstrong dio un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad.

Ahora, el mundo está acostumbrado a toda clase de maravillas, las viejas rencillas ideológicas de la Guerra Fría se extinguieron y las apremiantes condiciones de una Tierra cansada parecen impedir un nuevo renacimiento de la era espacial. De la misma manera, los antiguos vestigios de la era dorada de la exploración del espacio han caído, progresivamente, en desuso.

Es el caso, por ejemplo, de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). Este viejo monumento a la capacidad de exploración del hombre, este viejo recordatorio de la solidaridad de la humanidad en donde soviéticos y americanos se dieron alguna vez la mano, va a ser sacado de circulación en el 2020. Y nunca se completó el sueño de tener viajes diarios a la estación, de convertirla en un punto de paso, de realizarse como la estación soñada por Kubrick en 2001: Odisea del espacio.

De la misma manera, después de 135 viajes y 2 accidentes que mataron a toda la tripulación, el programa de transbordadores espaciales (o los llamados shuttles), fue cancelado el año pasado. La era de emoción por los cohetes, la era que inauguró el brillante científico alemán detrás de los temibles V2 nazis y de toda la tecnología en las misiones Apolo, Wernher von Braun, está llegando a su fin.

Los costos, en todos estos años, fueron exorbitantes. La ISS, solamente, ha consumido más de 100 billones de dólares. Y los críticos sostienen que ese dinero pudo utilizarse, de manera más provechosa, en la Tierra. Además, esta Tierra no es la misma que hace cincuenta años: los problemas son más agudos y los recursos más limitados. No era lo mismo quemar miles de litros de combustible en 1972 que en 2017, empezando porque se avecinan las más agudas crisis por el agotamiento de las reservas de combustibles fósiles.

Como bien explicó Ugo Bardi de la Universidad de Florencia, existe una relación entre el auge de la era espacial y el auge de la era de las pirámides para la milenaria cultura egipcia: en ambos casos, la producción disminuyó considerablemente a partir del agotamiento de algún recurso no renovable.

Los faraones pudieron dejar de hacer pirámides, en teoría, porque agotaron los recursos para sostener a una población de trabajadores o bien porque decidieron invertir estos recursos en algo más urgente, como la guerra. De la misma manera, en nuestra época, los grandes gastos de combustibles fósiles están cayendo en desuso y, también, la experimentación para la industria militar ha acaparado, por su rentabilidad, gran parte del presupuesto de las grandes potencias que antes soñaron con el espacio.

Claro, esas razones no están aisladas de muchas otras. La era de la competencia ideológica entre Estados Unidos y la Unión Soviética terminó, definitivamente, en 1991 con la disolución de la URSS. Pero, mucho antes, el plano espacial de esta lucha, en el centro de la Guerra Fría, había llegado a un cese al fuego simbólico con la cooperación de astronautas soviéticos y americanos dándose la mano en julio de 1975 durante el proyecto de prueba Apollo-Soyuz.

Al ganar la carrera a la Luna, Estados Unidos quedó satisfecho de una demostración de tecnología insuperable. Las misiones acapararon cada vez menos la atención del público y, finalmente, después de la cercana tragedia del Apollo 13, las misiones terminaron, en 1972, con el último hombre que caminó en la superficie de nuestro satélite.
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domingo, 8 de enero de 2017

El caza más caro del mundo es un desastre

Trump lo advirtió y un informe del Pentágono hecho público en las últimas horas lo confirma. El F-35 es una ruina para el ejército de Estados Unidos con una lista de problemas que aumenta a medida que pasan los días y que no estará listo, como mínimo, hasta 2019. Así lo asevera el citado informe, que evalúa el rendimiento del programa del F-35 y cuyas conclusiones son demoledoras para una nave cuyo coste se estima que habrá alcanzado el billón y medio de dólares en 2070.

Lockheed Martin, contratista encargado de desarrollar el caza, asegura que los problemas están bajo control pero el informe no parece estar tan satisfecho con el desarrollo del caza. El informe advierte de que se necesitan "más pruebas para evaluar la seguridad de la nave" y para identificar has qué punto los fallos que se han encontrado hasta la fecha pueden poner en peligro el rendimiento del caza en combate.

"Se han señalado 276 deficiencias en modo de combate cuya reparación es crítica", advierte el memorando. Pero el problema no radica sólo en los fallos encontrados hasta la fecha sino que la lista se multiplica a medida que pasa el tiempo. Lo hace "a un ritmo de 20 nuevos problemas al mes" y se cubre la espalda con una advertencia: "Se van a encontrar muchos más antes y durante el periodo de prueba".

El caza tiene problemas al romper la barrera del sonido a los que se unen fallos de recalentamiento y vulnerabilidades informáticas

El informe también advierte de que el F-35 no cuenta con un plan que le permita corregir todos los fallos que se han detectado hasta la fecha e incluso denuncia que los responsables del programa han tratado de acelerar, u omitir, muchas de las pruebas necesarias para entrar en la fase de pruebas en agosto de 2017, bastante antes de lo planificado.

En el apartado de los errores concretos se dan "situaciones cuestionables o inaceptables" al romper la velocidad del sonido, problemas de recalentamiento o vulnerabilidades informáticas que pueden poner en peligro los datos con los que trabaja el caza.

El problema de arrastrar muchos de esos problemas a la fase de pruebas operacionales radica, según el informe, en la posibilidad de que los retrasos para solucionarlos sean todavía mayores. Es más, el informe lamenta que no haya un plan preparado para hacer frente a los problemas encontrados.

Provocó la ira de Trump

El informe revela los motivos que llevaron al presidente electo Donald Trump a arremeter contra Lockheed Martin por los desmesurados costes de un avión pensado para pasar desapercibido ante los radares enemigos, ser capaz de despegar o aterrizar en vertical o mantenerse estático en el aire. Según Trump, el ejército de Estados Unidos podía ahorrarse "miles de millones de dólares" ya que los costes se habían descontrolado.

Pese a los problemas del caza, un primer escuadrón ya se encuentra operativo en Japón y se utilizará en operaciones en el Pacífico. Ha sido la primera vez que el caza cumple con una misión después de que las fuerzas aéreas de Estados Unidos los hubieran declarado como aptos para el vuelo el pasado agosto. La alegría sólo duró un mes, el tiempo que tardaron en mantenerlos en tierra debido a unos problemas que se habían encontrado en los tanques de combustible.


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